Cuando era pequeña, (2º basico), tuve la mala suerte de estar en un colegio católico. Mis papás me inscribieron allí con la esperanza de que mi aprendizaje fuera integral (que incluyera lo valórico), bueno a pesar de sus buenas intenciones el destino quiso escribir otra historia en mi vida educativa.
A mi no iba mal en el colegio, de hecho aprendí a leer bastante rápido y en las demás materias solo tenía caritas felices, hasta que llegó ella; Rosa (jamás olvidé su nombre) se llamaba la profesora que estaba a cargo de mi curso por un reemplazo y en una clase de matemáticas nos comenzó a enseñar las restas con reserva, la verdad es que yo no fui capaz de captar inmediatamente y ella al parecer no recordó ninguna estrategia de las que seguramente le enseñaron en la universidad, para ayudarme a comprender, pues su mejor método fue dejarme sola después de la hora de clases, mientras mis compañeros jugaban, tratando de resolver sin ayuda de nadie aquel ejercicio que para mi estaba en chino... como es de suponer no lo logré y eso significó para mi, un certero golpe en mi cabeza que solo produjo lágrimas y mucha, mucha frustación además de soportar la humillación durante varios dias de permanecer sentada en la fila a la que denominaba ''de los burros''.
Les cuento esto, porque las clases de Currículum me han hecho entender que como profesores somos tan importantes en la vida de una persona, que es esencial tomar en cuenta cada palabra, cada ejemplo que nos da la profesora y por supuesto incluir en nuestro disco duro aquella teoría que nos permitirá dejar buenas huellas en esos pequeños que estarán bajos nuestras manos, así es que les pido que jamás olviden esto de lo que hoy nos hablaron ''el respeto por la dignidad del alumno y la confianza que se debe tener en la capacidad del alumno para aprender'' Currículum Humanista, Mª Teresa Castañeda (2007).
Siempre mi karma han sido las matematicás, pues mis profesores para mi, inconcientemente se seguian llamando ''Rosa''.
